René Picado Cozza

Mandamás y socio de Teletica

Durante muchos años, mis colegas de bufete y yo, brindamos servicios jurídicos penales a Televisora de Costa Rica. Mantuvimos una relación profesional respetuosa y seria.  Atendimos varios procesos con resultados siempre exitosos, en querellas y amparos, por los que recibimos los honorarios que correspondían.  La familia Picado Cozza nos conocía muy bien, a nivel técnico y ético. Muy bien, sin duda alguna.

A las pocas arrancar la campaña electoral del 2018, una vez más visité la oficina de René Picado hijo.  En otras muchas ocasiones nos reunimos para analizar los asuntos profesionales que les atendíamos. 

Esa visita fue la última. Confiado en la relación profesional existente le solicitamos una cita para plantearle la posibilidad de difundir nuestros anuncios políticos en su canal, y solicitarle crédito por quince días para cubrir las facturas, con lo que estuvo de acuerdo y así sucedió.

Viendo la Biblia, el rosario y una imagen cristiana en una mesita cerca de su escritorio y en el instante que nos despedíamos, René dijo:

“Juan Diego, usted sabe el aprecio y respeto que mi familia y yo le tenemos. Usted siempre ha actuado con mucha seriedad y honradamente con nosotros.  Se lo agradecemos mucho. Pero quiero ser sincero, aunque lo conocemos como persona y como abogado, no lo conocemos como político.”

Mi respuesta fue cordial y directa:  “No comprendo, usted dice que me conoce como hombre y como profesional, pero no me conoce como político. Usted me confunde con un dogma católico, yo no soy tres,  soy uno solo, político o no, soy el mismo. Buenas tardes.”

No buscaba su apoyo, ni que me regalará un segundo de televisión o un colón de pauta.  Lo que no ingenuamente no me imaginé es que era el anunció del  ataque furibundo que enfrentaría de Santos y sus subalternos.  Y así fue. ¡No me conocían como político! La prensa canalla y la casta codiciosa estaba al acecho…

En los capítulos siguientes expondré los detalle sobre Ignacio y Andrés y por supuesto sobre sus amigos y socios los  fusileros de La Nación… esas malas compañías, de los Picados y los Santos.

Todos los codiciosos