¿ Infamia y guerra mediática inversa?
El periodista José Manuel Quirós Gallegos, quien trabajara para “elmundocr” y ahora lo hace para “Pulsocr”, invocó una “guerra” mía contra la prensa en el marco de la campaña electoral de 2018.
Dicha premisa, desde luego, es falsa. Siempre me he comportado con la prensa honrada de una manera generosa y profesional, lo que sucede es que cuando un medio como “elmundocr” ataca con noticias falsas, crea situaciones inverosímiles y tira la ética por la alcantarilla, lo único que queda es protegerse y defenderse. Y llevarlos a los tribunales penales, como hice.
En una nota del 7 de enero de 2018, titulada “La guerra de Juan Diego contra medios de comunicación y periodistas” evade la cuestión principal y es el trato que recibí, antes, durante y después de la contienda electoral.
José Manuel Quirós Gallegos no ahonda en la mala praxis de la prensa canalla contra mi, situación que viene desde hace ya tres décadas, cuando fui ministro del gobierno Figueres Olsen, entre 1994 y 1997. Los años anteriores desbaraté el montaje de los Arias y La Nación con el “caso Chemise”, llaga que nunca cicatrizo en el odio de los Licos Jiménez.
Por el contrario, Quirós Gallegos se centra en mis cuestionamientos, todos absolutamente fundamentados, que he realizado contra periodistas que no han tenido un comportamiento adecuado y acorde con los mandatos éticos que su profesión exige y reclama.
De esta manera, en el marco de la carrera presidencial de 2018, José Manuel se unió a la pandilla de la prensa canalla, que al defender intereses de sus mecenas, alteraron, manipularon y difundieron información inexacta y falsa en mi perjuicio.
“Elmundocr” (controlado entonces por Toño Álvarez y el PLN) periódico para el que laboraba en aquel momento, José Manuel, fue uno de los medios más poco éticos con los que tuve que lidiar, dado que publicaron una extensa información atribuida falsa y maliciosamente al psicólogo y teólogo Miguel Mendoza Martínez y que tenía como único objetivo afectar de forma directa y contundente la buena marcha que para entonces tenía mi postulación de como candidato a la presidencia.
También publicaron informaciones con el fin de alterar el curso de la carrera electoral, en la que yo me perfilaba como un ganador en primera ronda, lo que me habría permitido acceder a la segunda fase de la campaña y disputar la presidencia.
Desde el “elmundocr” en el que la verdad de los hechos es lo último que interesa, Quirós Gallegos lanzó ese cuestionamiento infundado y me acusó de sostener una guerra contra la prensa. Nada más alejado de la verdad. La guerra sucia fue al revés, la prensa canalla en mi contra, como una jauría de hienas hambrientas.
Los periodistas rigurosos, serios y apegados a una ética sin cortapisas que me han tratado a lo largo de muchos años, han comprobado que soy respetuoso, amplio en mis respuestas y que estoy siempre dispuesto a poner mi experiencia y conocimiento al servicio del pueblo costarricense.
Los que, por el contrario, se aventuran a crear informaciones malintencionadas, sin fundamento, sin bases, sin ningún respaldo fáctico, y se dejan guiar por los mitos que han ido creando en torno a mí, me ponen en “el pelotón de fusilamiento mediático”.
Se equivocan de principio a fin: si bien es cierto que soy un hombre generoso y pacifista, también he demostrado que sé defender mis derechos, como lo recordaba el prócer cubano José Martí, cuando decía que “los derechos no se mendigan, se exigen”, y, por lo tanto, exijo que se me trate con respeto, equilibrio y en igualdad de condiciones.
No obstante, ante una prensa que procede totalmente distinto, he tenido que salir a defenderme una y otra vez, y en todas muchas ocasiones la vida, e incluso los tribunales, me han dado la razón.
Tal es el emblemático caso de 1998, en el que La Nación fue condenada por publicar informaciones difamatorias en mi contra. En dicho caso, el citado medio debió publicar la sentencia en las diez primeras páginas, a pagarme diez millones, las costas del proceso y sus periodistas Eduardo René Ulibarri Bilbao, entonces director del citado medio, José David Guevara y Ronald Moya Chacón fueron condenados y su expediente quedó para siempre manchado por el crimen cometido.
De ahí que para demostrar que la tesis esgrimida por José Manuel Quirós Gallegos de que yo le declaré la guerra a la prensa, no se ajusta a la verdad ni a la realidad. Lo he que hecho es defenderme como lo demandan las circunstancias, porque mi compromiso con la verdad es absoluto y sin fisuras. Y sin miedo.
Por lo tanto, la amplia nota de ese 7 de enero de 2018, en la que habló de una “guerra” mía contra periodistas como Esteban Mata, Álvaro Murillo, Ernesto Rivera Casasola, Arlene Raventós, Aarón Sequeira, Laffitte Fernández, Amelia Rueda y Antonio Jiménez Rueda, no es más que otra información distorsionada. De todos ellos en este libro explicó sus maniobras y canalladas. En este libro están las pruebas, José Manuel.
No se ajusta en lo más mínimo a la verdad y prueba de ello es que da solo una versión de los hechos. El lector no tiene posibilidad alguna de ver el trato discriminatorio, prejuicioso, infundado y sensacionalista que en ese momento recibía como ciudadano y candidato presidencial.
La batalla que sí tengo abierta desde hace 30 años es contra el periodístico antiético, supositivo, malintencionado, carente de ética y que se refugia en la manipulación de los hechos para ofender, denigrar, desinformar y ajustar la realidad a los intereses de terceros. ¡Jamás me rendiré frente a los psicópatas de la prensa canalla!
Por haberme comportado con valentía, sin miedo y sin temor a las bajezas que me pueden hacer, sé que despierto sensibilidades, pero las cartas han estado siempre sobre la mesa.
Mi fuerza moral y mis conocimientos legales me han permitido plantarme con firmeza ante esa prensa a la que alude José Manuel Quirós Gallegos, solo que este periodista la presenta como una víctima y no como verdugo, que es realmente lo que es.
Busca Quirós Gallegos, como se aprecia, darle vuelta a una realidad en la que un examen básico deja constancia de que un amplio sector de la prensa costarricense se presta para el juego maquiavélico de políticos y grupos empresariales dispuestos a hacer lo que sea necesario para manipular y contar sus propias verdades, muchas de las cuales están lejos de ser lo que dicta el día a día de los ciudadanos.
De ahí que queda claro que José Manuel, forma parte de esa camarilla de periodistas que se refugian en el mismo argumento y beben de las mismas fuentes, y que parten de la falsa idea de que tienen la verdad a su alcance, lo que les hace pensar, a su vez, que ellos fueron los elegidos por un poder superior para contarle al pueblo costarricense la realidad de las cosas.
Con ello lo que evidencian es una arrogancia sin límites y dejan claro que utilizan al periodismo no como un servicio público -que es lo que hace la prensa seria en cualquier lugar del planeta-, sino como un hacer que satisface sus intereses y, sobre todo, los intereses de los que mandan entre las sombras.