De las malas compañías y un ataque alevoso
El 24 de abril de 2017 participé con agrado en el primer programa radiofónico Malas compañías, en el alto del set de Telenoticias, conducido por Ignacio Santos Pasamontes y Armando González Rodicio, y compartimos un programa con preguntas fuertes, pero en un clima de cordialidad y respeto.
Lo que no sospechaba entonces es que Ignacio Santos Pasamontes, más adelante en la campaña electoral de 2018, iba a estar coqueteando y tan cerca del candidato del Partido Liberación Nacional (PLN), Antonio Álvarez Desanti, a quien en un momento dado hasta llegó a decirle que lo disculpara, porque yo era una persona difícil.
Después del “Café Política” del 18 de octubre del 2017, Ignacio Santos Pasamontes salió abrazado con Antonio Álvarez Desanti y le dijo al hoy excandidato que “qué pena, es que Juan Diego es muy complicado”.
Aludía a una querella que tenía contra Antonio Álvarez Desanti y que había decidido quitarle si el citado señor no cobraba costas, en un actuar de buena fe de mi parte. En ese debate, Antonio Álvarez Desanti me dijo, es “que usted se hincó para que le perdonara”, ahí supe que algo había fallado, porque era raro, como si yo no entendiera el español, por lo que me di cuenta, entonces, de que el mensaje que me había enviado Santos Pasamontes tramposo, pues me dijo que Toño quería arreglar una querella que tenía en contra de él, por la infamia sobre el falso empujón a mi madre, como también acusé a Campos y a Víctor, me hermano biológico.
Caso en el que Alvarez se escapó a Europa para no ser testigo y yo fui absolutamente absuelto. En ese tiempo estaba recuperándome del tratamiento de radio y quimioterapia, y ya mi familia había suscrito un finiquito que involucraba ese pleito y muchos más expedientes. La verdad no tenía interés en ese asunto. Mi respuesta al director sempiterno de Telenoticias, fue muy sencilla: No me interesa un cinco de ese fulano, desisto de las acciones y él renuncia a costas. Pero jamás pensé que Santos actuó hipócritamente y claro está de modo non sancto.
En nuestro bufete, durante muchos años mis colegas y yo atendimos importantes y exitosos casos de Teletica y a lo largo de los años cimenté una relación de cordialidad con Ignacio Santos Pasamontes.
No obstante, la forma en que se comportaron en la campaña de 2018, desde el punto de vista humano y del equilibrio periodístico, fue inimaginable e inesperado, enviando el presentador Andrés Mauricio Martínez a exigirme que le firmara la invitación al debate que había organizado Santos, como lo narro en el capítulo sobre este suejto.
Fui, como es de conocimiento del respetable lector, muchas veces analista de Canal 7 en cuanto a temas de carácter penal se refiere y con la familia Picado mantuve siempre una relación de alto nivel profesional.
Sin embargo, debo decir que, si bien no esperaba favores de ningún tipo, porque quienes me conocen saben que no los habría aceptado, esperaba al menos un tratamiento de respeto y profesional por parte de los periodistas de Canal 7, encabezados por su director Ignacio Santos Pasamontes.
No fue el caso, se ciñeron conmigo en diferentes temas, incluso hasta le siguieron el juego a la prensa comercial que me cuestionó el financiamiento que se obtuvo por medio del empresario Raymond Salim Simaan, quien durante la campaña compró bonos de la deuda política.
Pese a la solicitud de los legisladores del corrupto Partido Acción Ciudadana (PAC), condenado por estafar al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), que le pidieron a la Contraloría General de la República que investigara a Salim Simaan, nadie encontró la más mínima anomalía al respecto.
El caso es que Canal 7 se plegó a la tradición de la prensa canalla, que se cree dueña y en posesión de la verdad por el simple hecho de que así lo decidió, contra todo un hacer ético que ha de sostener y orientar al periodismo profesional.
Es esa prensa, canalla hasta el tuétano, que gira alrededor del diario La Nación, pese a la paradoja de que este periódico cada día pierde más calidad y más lectores. Entre esos medios satélites se encuentran “ameliarueda.com, Crhoy, elmundocr”, y muchas veces, ahora bajo la dirección de Santos Pasamontes, Telenoticias se ha unido a esa visión distorsionada de la realidad.
Lo interesante sería que Ignacio Santos investigara, por ejemplo, de dónde salieron los diez mil millones de colones con que el Banco BCT financió la campaña electoral del PAC, el Frente Amplio, el Partido Liberación Nacional y el Partido Unidad Social Cristiana y obtuvo una ganancia de mil ochocientos millones de colones, ocultando entre quienes se repartieron ese tamalón de billetes.
¿Por qué Ignacio Santos, que hace gala de ser un periodista crítico, no pone a sus reporteros a escarbar para saber quién en realidad mandó en la campaña electoral de 2018? Para saber quién, como ya lo he dicho en otras oportunidades, compró Costa Rica.
Sería muy interesante que un noticiero como Telenoticias demostrara compromiso con la ciudadanía y destinara recursos a investigar quiénes hicieron ese gran negocio con la financiación de partidos y la compra de bonos durante la campaña electoral.
Lo fácil era atacar a un candidato como este servidor, que cuestioné duro a la corrupción, que denuncié las sinvergüenzadas de los partidos tradicionales y que luché con recursos mínimos, pese a lo cual a pocos días de los comicios estuve encabezando la lista de los candidatos con mayor intención de voto según las encuestas.
¿Por qué Santos Pasamontes conociendo mi honradez, mi honorabilidad, mi profesionalismo y mi compromiso con la ética y el buen hacer, dudó de mis calidades y permitió que algunos periodistas suyos actuaran como si fueran enemigos de nuestra contienda?
Como reza el dicho, “el buen hábito no hace al monge”, y por ende no basta con parecer sino con ser. Yo esperaba una cobertura de mayor altura por parte del noticiero dirigido por Ignacio Santos Pasamontes, que honrara, ahora sí, a la familia Picado Cozza. Claro… jamás me imaginé la sanción habanera que se ganó aquel simpático presentador cuando le “sugar daddy”. Muy sensible el director de telenoticias, claro cuando lo pringan a él.
Me quedé con la sensación de que Ignacio Santos había dado un paso en dirección de los intereses de los poderosos partidos políticos corruptos del país, que tienen a Costa Rica sumida en el estancamiento, en el subdesarrollo, y navegando en un mar de corrupciones que pasa por el Poder Judicial, el TSE, así como por diversas instituciones estatales.
A Santos Pasamontes le consta que mi proceder siempre ha sido ético, apegado al sentido del bien común y por eso es que de forma quizá inocente nunca esperé recibir los ataques que me lanzó Telenoticias, ni que él procediera a como lo hizo, actuando como si fuera un adversario.
Como persona recta, no tolero la hipocresía, y cuando supe que Ignacio Santos Pasamontes era capaz de tocarle el hombro a Antonio Álvarez Desanti y regociarse con él, comprendí que no era la persona que había creído conocer, y de quien me había formado el mejor criterio.
En esto de la vida y de la política siempre hay nuevas oportunidades y siempre hay revanchas. Yo, ciudadano Santos Pasamontes, puedo verlo siempre y en cualquier momento a los ojos, y sostenerle la mirada porque no tengo nada que ocultarle, ni a usted ni a nadie, pero no estoy seguro de que usted pueda hacer lo mismo conmigo.
La vida, por ende, me ha enseñado también, la conveniencia de no andar en malas compañías, porque como dice el viejo y sabio adagio popular: el que con lobos anda a aullar aprende.
Ese no será mi caso, porque mis ideales me lo impiden y puedo andar con la frente en alto y responderle a cada con ciudadano lo que quiera consultarme, con la tranquilidad de que mi vida profesional y familiar las he llevado sin mancha alguna, y siempre he procedido con el afán del que sirve y busca enaltecer a la patria.
¿Quién sabe si desde Telenoticias Ignacio Santos Pasamontes podrá decir lo mismo?
Sigo siendo un aprendiz y solo me arrodillo ante El Altísimo, jamás frente a la casta codiciosa.
El 2 de noviembre del 2017, dirigí esta nota a Santos Pasamontes
Señor Director:
El pasado 18 de octubre, en su “café política”, recibí de su parte un trato inesperadamente desequilibrado, muy distante de las conversaciones del día anterior. El extraño recibimiento con tomas desde que e baje del carro, el seguimiento por el zaguán y que decir, las advertencias refinadas del inicio.
Por segunda vez cuestionó mi adhesión al señor Johnny Araya, en el 2008, un tema en el que ampliamente he aclarado mi posición, incluso al que me referí en Teletica Radio, en su primer programa, “Malas compañías”. Pensé que usted había comprendido mi respuesta desde entonces.
Luego, preguntó si mis diferencias con Antonio eran irreconciliables a lo que debí responder que sí, porque miente, porque él es un mentiroso. Impenitente. Prueba de ello es que mencioné cómo hace unos años le perdoné una querella, por la canallada que él y sus compinches de La Nación cometieron en el 2012, que tanto daño ha hecho a mi honor y llevó a ese diario a eliminar de la web esa nota difamatoria.
Don Ignacio, usted es testigo de que eso fue así, sin embargo Antonio se atrevió a decir durante esa discusión que yo me arrodillé para que no se siguiera con el proceso y usted guardó desequilibrado silencio.
Aún conservó el e mail cuando usted recibió el escrito en el que yo desistía de la acción, aún convaleciente del tratamiento de radioterapia. Usted sabe muy bien que desistí de esa querella para cerrar la dolorosa etapa del conflicto familiar que viví por más de seis años.
Al salir esa mañana del 18 de octubre, mis colaboradores escucharon su conversación cuando despedía a Antonio, cerca de las puertas del set de Telenoticias. Todo quedó muy claro.
Al leer los múltiples mensajes que publicaron decenas de personas a través de las redes sociales y que fueron la confirmación de que la percepción que tuve en el programa, no era un percepción errónea.
Comentarios como: “Ignacio Santos desborda liberacionismo”, “Ignacio defiende a Desanti”, “sería mejor si el moderador del debate no fuera claramente partidario de Liberación y no exaltarse cada vez que el candidato de dicho partido es atacado”, “Paños tibios y cariños del ‘moderador’ con el descaro de Toñito… Qué falta que hace doña Pilar Cisneros en ese noticiero y en el canal en general…” y otros más me demostraron que no estaba equivocado, que sí hubo un desbalance claro en ese programa y que lamentablemente el perjudicado fui yo.
Yo no le pido trato preferencial a nadie, solo espero trato equilibrado.
Un cardo o una oruga más, ni me espina ni me ortiga.
Derecho de respuesta del 2 de noviembre del 2017.
Enviado a Armando González Rodicio
Juan Diego Castro Fernández, candidato a la presidencia de la república por el Partido Integración Nacional, al tenor de las normas que protegen el derecho de respuesta, solicita la publicación del siguiente comentario en el diario La Teja, dentro del plazo de ley:
La nota publicada en la página web de ese medio, titulada “Juan Diego Castro y Álvarez Desanti quedaron taco a taco en la papeleta” contiene hechos falsos y ofensivos, que afectan mi reputación.
Es rotundamente falso que entre Antonio y yo haya un “pique” desde hace 22 años, tal y como lo acredita tendenciosamente la noticia. Yo no tengo ningún revanchismo y ni siquiera el más leve interés en conversar o discutir con el candidato liberacionista.
Lo que sí puedo asegurar es que el Antonio se ha dedicado a mentir en temas que involucran mi vida personal.
Yo desistí de la querella contra Antonio, relacionada con las mentiras que profesó al decir que yo había empujado a mi difunta madre, cuando eso nunca ocurrió. Desistí esa querella por la intermediación Ignacio Santos, director de Telenoticias de canal 7, como consta en un correo electrónico en mi poder.
Es totalmente falso, como reza la nota, que un camión atropellara a Antonio, cuando lo correcto es que perdió el equilibrio sobre la autopista Florencio del Castillo (San José – Cartago) justo en el momento que le pasó a un lado un tráiler y por eso se cayó a un lado de la carretera. Ni siquiera apareció la bicicleta. Esa sentencia es una monstruosidad de la jurisprudencia criolla.
El desfile de cierre de la semana de la Fuerza Pública del 7 de diciembre de 1995, irritó al entonces presidente parlamentario, porque interrumpí la celebración del octavo año de su triunfo en el concurso de belleza de la Revista Perfil. La patraña que culminó con esa absurda censura, no tuvo efecto alguno, you salí del gobierno año y medio después cuando decidí volver a mi cátedra y mi bufete. En mis libros “Los embusteros de la mala fe” y “Coquetería o politiquería” queda clarísima la verdad histórica.