Un truco semántico convertido en “toilette pour dames”
Una declaración del 5 de enero de 2018, relacionada con algunos casos en que compañeras de universidad le confesaron que tuvieron que realizar ciertos actos sexuales por presiones de un presidente de la Corte Suprema de Justicia, fue convertida por el periodista de La Nación Aarón Andrés Sequeira Chinchilla en un escándalo y en un ejercicio burdo de manipulación informativa.
Con un afán de sensacionalismo sin contemplaciones, Aarón Andrés tomó un hecho puntual y claramente delimitado, mediante una transmisión en Facebook habló ese día de asuntos de mucho mayor interés, los cuales fueron borrados, mientras que esa citada declaración fue generalizada y extrapolada con el fin de que el morbo corriera como la pólvora en el país y abrir una letrina para que el Partido Liberación Nacional y la esposa del candidato dos veces perdedor y cuñada de Manuel Francisco Jiménez Echeverría (mandamás de los psicópatas de Llorente), desparramara sus hediondos efluvios sobre la taza de la infamia.
A fe que lo consiguió mediante esa técnica de partir de un hecho y deformarlo con elementos tangenciales para que el lector en ningún momento dude de la veracidad de lo que se le dice y cuenta, cuando en realidad hay una operación discursiva debajo del texto que lleva a conclusiones equívocas y falsas. Es, en definitiva, una operación ideológica de gran alcance y transforma lo periodístico en un arma destructiva que atenta contra la honorabilidad de las personas aludidas y atacadas, como en este caso contra su “target” Juan Diego Castro.
“El candidato presidencial del Partido Integración Nacional (PIN), Juan Diego Castro, aseguró este viernes, en una transmisión en vivo por Facebook, que hace 20 años las funcionarias del Poder Judicial tenían que hacer sexo oral para poder ascender profesionalmente”.
Ese es el lead con que Sequeira Chinchilla publicó la noticia ese viernes 5 de enero de 2018, con lo cual, si se compara lo escrito con lo dicho y que está disponible para el lector en YouTube y en la propia página de La Nación, hay una evidente distorsión.
Debe apuntarse que esa distorsión no es gratuita, sino todo lo contrario, fue hecha con total deliberación. Ya en ese primer párrafo Aarón Andrés Sequeira Chinchilla, un filólogo que dejó las letras por el periodismo supositivo, habla de que Juan Diego Castro dijo que “las funcionarias del Poder Judicial tenían que hacer sexo oral…”.
Exageración, extrapolación, hipérbole. No, eso no fue lo que dijo Juan Diego Castro, pero la trituradora discursiva del periodista quiere hacerlo ver así y a partir de ahí se consultarán fuentes, se harán más y más generalizaciones, hasta el punto de que entre las noticias que se elaboraron y lo que realmente sucedió no hay ninguna correlación.
Lo que se da, entonces, es una ficcionalización de la información, pero en todo momento se le hace creer al lector que lo que está leyendo es la verdad.
“Yo oí compañeras mías de facultad (…), compañeras que lloraron contándome, que tenían que hacerle el sexo oral a un presidente de la Corte para que las ascendieran de puesto”.
Es muy distinto decir “compañeras mías de facultad”, con lo cual se está delimitando totalmente el ámbito y el impacto de lo dicho, a afirmar, como lo hace el periodista Aarón Andrés Sequeira Chinchilla, que “las funcionarias del Poder Judicial tenían que hacer sexo oral”.
Si se observa con detenimiento, en principio la manipulación del discurso es sutil, pero en realidad es solo cuestión de mirar con mayor cuidado para corroborar la forma en que tuercen lo afirmado por el entonces candidato presidencial, quien gracias a la simpatía del pueblo costarricense se perfilaba con grandes opciones de obtener el mayor respaldo entre los aspirantes a llegar a Zapote, en la primera vuelta de los comicios del 2 de febrero de 2018.
Lo que vino después de elegir Aarón Sequeira ese enfoque es una “construcción de la noticia” en la que se pone a hablar a figuras que supuestamente tienen la prominencia para hacerlo y de esa manera se deja contra las cuerdas a quien hizo la declaración.
Lo realizado en este caso en mi contra es una práctica extendida por parte del periódico La Nación a lo largo de 70 años: mentir, deformar el hecho siempre con apego a algún elemento de la realidad que les justifique ese oscuro y antiético proceder.
Si se considera que en una Costa Rica conservadora y con una mayoría católica el tema sexual sigue siendo un tabú, Aarón Andrés Sequeira Chinchilla se topó con un elemento informativo que le permitía tirar toneladas de tierra contra el candidato presidencial y siempre amparado en que en toda la amalgama informativa había un hecho que sí sucedió: la declaración de Juan Diego Castro, pero no en los términos sensacionalistas en que se difundió.
Lo que ocurrió, para que el lector comprenda en su justa dimensión el fenómeno, es un manejo ideológico de la información con el claro objeto de socavar de forma brutal la imagen del aspirante presidencial.
“Les femmes utilisent les toilletes”
Así fue como Aarón Andrés Sequeira buscó las reacciones de la Presidenta de la Sala Tercera, Doris Arias, y de la eterna y politiquera presidenta de la Asociación de Juezas y del Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Chinchilla. Doris y Carlos salieron de la Corte muy rápido.
Lo hecho por Sequeira Chinchilla es una práctica común en el periodismo, de rigor y cotidiana, pero solo que en este caso, en vez de buscar un equilibrio informativo, lo que se pretendía era banalizar la información que dio origen al hecho noticioso y estirarla todo lo posible, para que luego ardieran las redes sociales con el ‘cadáver’ del candidato como recurso principal para atizar odios, prejuicios y alcanzar una manipulación afín a los intereses de La Nación y sus múltiples conexiones con sectores políticos a los que querían proteger en aquel momento –27 días antes de las elecciones—y continuar así 25 años de desinformaciones, periodismo supositivo y una añeja persecución contra Juan Diego Castro, dirigida por el bisnieto de Lico Jiménez, el dueño del incendiado diario La Información, en 1911.
Estaba claro que La Nación y Aarón Andrés Sequeira Chinchilla lo que buscaban eran un efecto dominó y que ello dinamitara la proyección que en ese momento ostentaba Juan Diego Castro.
Por eso, en una segunda nota, el 6 de enero de 2018, Aarón Andrés Sequeira Chinchilla, ahora acompañado por la periodista Sofía Chinchilla, continúa llenando de extrapolaciones lo que para un periódico serio, ético y responsable, no habría paso de una mención en dos o tres párrafos, en el entendido de que si hubiese habido un apego a los hechos y no se hubiesen descontextualizado, la información no habría alcanzado las cuotas de odio, rechazo y prejuicio que produjo, en gran parte por la operación de mentir a partir de un hecho determinado.
“Profesionales judiciales repudian declaración de Juan Diego Castro sobre ascenso de mujeres en Corte”, con este titular proseguía la denigración contra el candidato presidencial.
De nuevo, ya en el título se advierte de que el medio y los dos comunicadores continuaban por esa línea de faltar a la verdad de los hechos.
Juan Diego Castro se había referido a “excompañeras” que de manera puntual le habían comentado una situación delicada, y lo habían hecho en gran parte por la frustración que les causaba aquella realidad a la que habían tenido que exponerse. No obstante, cuando La Nación convierte lo puntual en lo general, transforma una gota de agua en un océano.
La operación discursiva e ideológica estaba en marcha y para lograr veracidad buscaban las posiciones de la Asociación Nacional de Profesionales del Poder Judicial (Anprojud); la Asociación Costarricense de la Judicatura (Acojud); así como de la magistrada Julia Varela de la Sala Tercera.
De esta forma, lo que se pretendía y saltaba a leguas el propósito, era crear un contexto de desprestigio para el candidato presidencial, en cuyas encuestas seguía apareciendo en los primeros lugares y con reales posibilidades de ir a una segunda ronda.
No satisfechos con la descalificación de Juan Diego Castro por unas declaraciones puntuales, pero que no daban para armar el escándalo que se creó, La Nación insistió en que la Asociación de Juezas se expresara sobre el tema pero para su sorpresa se toparon con que tenía un impedimento legal.
El avanzado estudiante de filología clásica reconvertido en periodista: Aarón Andrés Sequeira Chinchilla extendía con sus informaciones ese velo oscuro que el diario de Llorente ha querido poner sobre Juan Diego Castro desde hace más de un cuarto de siglo, pero gracias a la sagacidad del afectado, que ha sabido devolverles, con creces, los ataques de que ha sido objeto, en una defensa limpia, ética y profesional de su persona, no han podido consumar el sueño de destruir al abogado penalista más destacado del país.
Incluso recordemos que La Nación fue condenada el 9 de marzo de por injurias contra Juan Diego Castro, condena que recayó sobre los periodistas Eduardo René Ulibarri Bilbao, entonces su director; José David Guevara y Ronald Moya Chacón. El fallo fue publicado el 22 de octubre de 1999. La Nación, a su vez, debió publicar en sus primeras diez páginas la sentencia, en lo que se convirtió en un hito hasta ahora irrepetible en la prensa costarricense.
Como queda demostrado en este artículo, al filólogo convertido en periodista empírico y brotado de inquina contagiosa, todavía le quedan muchos vacíos por llenar para que algún día ejerza el oficio con decencia, pero un elemento sí parece haberlo aprendido muy bien Aarón Andrés Sequeira Chinchilla: el arte de manipular la información.
El truco de Aarón sobre el sexo oral
Con el siguiente lead, Aarón Andrés publicó una falsa noticia en La Nación del 5 de enero de 2018: “El candidato presidencial del Partido Integración Nacional (PIN), Juan Diego Castro, aseguró este viernes, en una transmisión en vivo por Facebook, que hace 20 años las funcionarias del Poder Judicial tenían que hacer sexo oral para poder ascender profesionalmente”.
Si comparamos lo escrito con lo dicho y que está disponible para el lector en YouTube, hay una perversa distorsión. Debe apuntarse que esa distorsión no es gratuita, sino todo lo contrario, fue hecha con toda la mala fe. Ya en ese primer párrafo Aarón Andrés, un filólogo que dejó las letras por el periodismo supositivo, habla de que Juan Diego Castro dijo que “las funcionarias del Poder Judicial tenían que hacer sexo oral…”. Exageración, extrapolación, hipérbole. No, eso no fue lo que dije, pero la trituradora discursiva del periodista llorentino quiere hacerlo ver así y a partir de ahí consultará fuentes manipuladas, hará más y más generalizaciones, hasta el punto de que entre las noticias que elaboraron y lo que realmente sucedió no hay ninguna correlación.
Lo que se da, entonces, es una “ficcionalización” de la información, pero en todo momento le hace creer al lector que lo que está leyendo es la verdad. “Yo oí compañeras mías de facultad (hace veinte años), compañeras que lloraron contándome, que tenían que hacerle el sexo oral a un presidente de la Corte para que las ascendieran de puesto”.
Es muy distinto decir “compañeras mías de facultad” (1973-1978), con lo cual delimité totalmente el ámbito y el impacto de lo dicho, a afirmar, como lo hace Aarón Andrés, que “las funcionarias del Poder Judicial tenían que hacer sexo oral”. Manipulador. Si se observa con detenimiento, en principio la manipulación del discurso es sutil, pero en realidad es solo cuestión de mirar con mayor cuidado para corroborar la forma en que torció lo afirmado por mí.
Lo que vino después de elegir Aarón Andrés ese enfoque es una “construcción de la noticia”, en la que pone a hablar a figuras que supuestamente tienen la prominencia para hacerlo y de esa manera deja contra las cuerdas a quien hizo una declaración muy diferente. Lo realizado en este caso es una práctica extendida por parte del periódico La Nación a lo largo de 70 años: mentir, deformar el hecho siempre con apego a algún elemento de la realidad que les justifique ese oscuro y antiético proceder. Lo que ocurrió, para que los lectores comprendan en su justa dimensión el fenómeno, es un manejo ideológico de la información con el claro objeto de socavar de forma brutal la imagen de un aspirante presidencial odiado por La Nación desde 1991.
Lo hecho por Aarón Andrés es una práctica común en el periodismo, de rigor y cotidiana, pero solo que en este caso, en vez de buscar un equilibrio informativo, lo que se pretendía era banalizar la información que dio origen al hecho noticioso y estirarla todo lo posible, para que luego ardieran las redes sociales con el “cadáver” del candidato, como recurso principal para atizar odios, prejuicios y alcanzar una manipulación afín a los intereses sociópatas de La Nación y sus múltiples conexiones con sectores políticos a los que querían proteger en aquel momento –27 días antes de las elecciones— y continuar así casi treinta años de desinformaciones, periodismo supositivo y una abierta persecución en mi contra.
Como queda demostrado, al filólogo convertido en periodista empírico todavía le quedan muchos vacíos por llenar para que algún día ejerza el oficio con decencia, pero un elemento sí parece haberlo aprendido muy bien Aarón Andrés: el arte de manipular descaradamente la información.
Publicado el 16.11.2020 en el Diario Extra les femmes utilisent les toilettes
https://www.diarioextra.com/Noticia/detalle/433784/el-truco-de-aar-n-sobre-el-sexo-oral
Derecho de respuesta enviado al director del periódico La Nación, Armando González Rodicio, el 27 de noviembre del 2017, desmintiendo a Aaron Sequeira.
Juan Diego Castro Fernández, candidato a la presidencia de la República por el Partido Integración Nacional, al tenor de las normas que protegen el derecho de respuesta, solicita la publicación del siguiente comentario en el periódico La Nación, dentro del plazo de ley:
La nota publicada en el diario que usted dirige titulada “Castro revisaría contrato del megapuerto en construcción”, en la página 9A de la sección El País, y redactada por el periodista Aarón Sequeira, omite la realidad de mi reunión en Japdeva el pasado 22 de noviembre, en Limón, y demuestra el matonismo de su colaborador, al llamarme unas 15 veces a mi teléfono celular este sábado 25 de noviembre, mientras conversaba con muchos vecinos de las comunidades de Pavas, interrumpirme irrespetuosamente y haciendo alarde se su inverecundia.
MI COMPROMISO ES GOBERNAR EN SERIO
Mis declaraciones en mi visita a la ciudad de Limón, alborotaron a los redactores políticos del diario La Nación y es oportuno adelantarme a sus conjeturas equivocadas sobre las mismas, máxime que ese periódico desde hace más de un cuarto de siglo me ha prodigado de reiterados ataques a mi honor y fue condenado por injuriarme el 8 de marzo de 1998, hace casi 20 años.
En el próximo gobierno de reconstrucción nacional revisaremos los contratos del Estado que la sociedad civil solicite que se analicen desde la óptica jurídica y ética, como el del megapuerto de Limón y no debe quedar duda que lo haremos en el marco de respeto absoluto a nuestro estado de derecho y a la seguridad jurídica de los inversores nacionales y extranjeros.
Sin embargo, para nadie es un secreto que las malas costumbres de los partidos políticos añejos, han permitido que en proyectos de gran importancia para la modernización y desarrollo del país se firmen contratos leoninos que son una vergüenza nacional.
Si hay algún contrato leonino (aunque no dude de su importancia para el país) lo analizaré seriamente, con los mejores abogados y economistas, para determinar si lesiona los derechos de los costarricenses como en los casos de: la trocha, Soresco, ruta 32, Riteve, terminal de contenedores, ruta 27, prótesis ortopédicas y radioterapia en la CCSS, UNOPS, BCR Holcim Coopelesca y otros. En un Estado de Derecho si los contratos estatales perjudican a la ciudadanía, deben ser revisados cuidadosamente, aunque a ese periódico no le haga gracia.
Sumado a esto se permite por parte de estos políticos y el gobierno no saber cuáles son las ganancias reales de los contratistas o concesionarios, como por ejemplo el caso de la ruta 27 (carretera a Caldera) y el de Riteve. En este último se acaba de permitir a través de un decreto ejecutivo que la Aresep le dé un aumento del 35% a ese consorcio violentando su oferta y contrato de que sus ganancias no pueden ser mayores al 13% anual y lo más grave sin presentar estados financieros auditados.
Cuando hablamos de revisar contratos, como por ejemplo los de los alquileres que le cuestan al gobierno central más de ochenta mil millones al año, nosotros nos referimos a respetar el estado de derecho, pero además combatir la corrupción que atrasa la modernización y el desarrollo del país. Debe haber transparencia en los contratos del Estado y no saqueo de nuestras riquezas, ni de los fondos públicas.
En cuanto a la otra nota vinculada dentro de este mismo artículo y que tituló “Candidato no respondió llamadas de ‘La Nación’” destaca que “luego de 25 llamadas” no pudo conversar conmigo y hace énfasis en ese detalle como para tratar de demostrar que no quise atenderlo. En ese momento me encontraba en una gira por Pavas y no fue posible contestarle.
El matonismo periodístico fue más allá al publicar detalles de una conversación que sostuvo con Roberto Acosta, periodista del PIN, en la que en ningún momento lo autorizó a hacerlo y ni siquiera tuvo el profesionalismo y la ética de consultarle a su amigo periodista, si lo podía hacer.
La falta de transparencia fue más allá al revelar un par de mensajes que Acosta le envió por medio de WhatsApp como parte de una comunicación privada y que los utilizó para ponerlo en la nota sin consultar si lo podía hacer, ya que eso no era parte de una declaración oficial.
Esto demuestra los “rigores” éticos por los que se rigen sus redactores.