La sopa negra con pellejos de datos en el periodismo supositivo
Llama la atención que a pesar de que los medios de la prensa canalla engañan a sus lectores con el timo de que detrás de sus noticias, hay sólidas investigaciones basadas en datos, lo cierto es que a la hora de las verdades los elementos fácticos son hechos a un lado, y predominan los prejuicios y los intereses ideológicos, sin ningún principio ético.
De esta manera, la periodista Camila Salazar Mayorga, quien trabajó durante la campaña electoral de 2018 para la Unidad de Inteligencia de Datos de La Nación y pese a que en sus redes se presenta como una profesional seria y responsable, de lo que salió de esa sección para publicarse en ese camaleónico diario, nada se apartó de lo convencional y esperable de un medio como el diario llorentino. Más bien, mucho de lo publicado y basado en datos respondía a un alto interés ideológico de favorecer ciertas candidaturas, como la del propio Antonio Álvarez Desanti del Partido Liberación Nacional (PLN).
Cada vez que yo realizaba una declaración que estremecía la campaña electoral, la Unidad de Datos de La Nación buscaba y rebuscaba para ver dónde le encontraba el pelo a la sopa, y así dejaba de lado los temas capitales que estaban detrás de muchas aseveraciones del candidato.
Cuando me referí a la pensión del presidente del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), Luis Antonio Sobrado, La Nación salió a afirmar que la propuesta de la diputada Maureen Fallas, de hacer que prevaleciera el régimen para el que habían cotizado los empleados judiciales, entre ellos los magistrados, no favorecía a Sobrado como yo lo había sostenido.
La noticia no estaba ahí, sin embargo, la verdadera noticia que se ocultó al marginar el principal dato en cuestión, es que Sobrado ganaba un sueldo mensual de nueve millones novecientos mil colones.
En un país como Costa Rica, en el que la clase media ha ido desapareciendo y miles de ciudadanos tienen que hacer milagros para llegar a fin de mes, La Nación pasa por alto que el presidente del TSE devenga un salario casi el doble del que recibe el presidente de la República.
Así, pese a que Camila Salazar Mayorga se presente como una periodista objetiva, lo cierto es que de la Unidad de Datos de La Nación salieron informaciones como las citadas, en las que se fijan en la paja en el ojo ajeno, sin determinar la miopía en su propia visión.
Esa situación, desde luego, no es gratuita, porque un medio como La Nación, para el que laboró durante la campaña electoral Camila, lo que en el fondo pretende es justificar ante sus lectores su siempre desmesurado subjetivismo, ahora disfrazado mediante una unidad de datos.
Qué fácil es confundir a los lectores, quienes presa de la inmediatez y la velocidad de la vida moderna, la mayoría de veces no se detienen a analizar la forma en que les endosan las noticias, para que al fin y al cabo prevalezca la visión de un medio al servicio de la burguesía y de los sectores conservadores, para los que sí es un negocio frenar los liderazgos independientes.
De forma tal, que Salazar Mayorga, que además de haber laborado para La Nación, lo ha hecho para El Financiero, es decir, se ha formado a imagen y semejanza del Grupo Nación, donde solo cuentan sus verdades, por más que tengan que torcer la realidad.
De igual manera, la periodista se precia de ser economista y mentora en ese proyecto Punto y Aparte, donde se juntan los mismos de siempre, esta vez alrededor de Yanancy Noguera y Eduardo René Ulibarri Bilbao. Es como ven, la Matrix del periodismo costarricense la que está detrás y gira alrededor de La Nación.
Quien se rodea de un grupo de lobo-periodistas que tiene muy asumido que solo su verdad es la que ha de prevalecer, y terminará también aullando, de forma que de poco le ha valido a Camila presumir que su norte lo definen los datos y la información fáctica.
Como reza el viejo adagio contenido en la Biblia: por sus frutos los conoceréis y Salazar Mayorga representa a esa manera de hacer periodismo supositivo, reprochable y poco científico, cuya bandera ondea en Llorente, incluso cuando se escudan en los datos manipulados para intentar ganar veracidad ante cada vez menos lectores.