“Doña Sofía… ¡Con permiso, voy a peinarme el bigote!”
Como no podía ser de otra manera, María Sofía Chinchilla Cerdas se subió al cadalso ambulante de La Nación, y aprendió muy rápido en el uso de los fusiles disparados para desprestigiarme, en momentos en que me perfilaba como una de las fuerzas que ganaría el derecho de ir a una segunda ronda en los comicios del 2 de febrero de 2018.
Por tal motivo, Chinchilla Cerdas, que firma sus notas como Sofía Chinchilla, siguió al pie dócilmente los pitazos de jefes de pelotón, los dos Armandos, González y Mayorga, y emuló a su camarada de paredón mediático, Aarón Andrés Chinchilla Cerdas y tomó las declaraciones que Juan Diego Castro diera en su Facebook el 5 de enero de 2018, en las que se refería a la forma en que una compañera le había contado, con angustia y frustración, que para ascender en el Poder Judicial debió practicarle sexo oral a un presidente de la Corte Suprema de Justicia, y escribió una información distorsionada.
El hecho narrado contenía en sí una denuncia gravísima, que en otro contexto y con una prensa decente y más dada a la investigación que al sensacionalismo fusilero, más comprometida con la verdad que con el escándalo politiquero, hubiera dado pie a una indagación seria del medio aludido, lo que, desde luego, era inesperable en el caso de La Nación.
En ese sentido, Chinchilla Cerdas publicó el 16 de enero una noticia, dentro del tanque de bazofia de esa fecha, que no solo estaba mal concebida por su falta de claridad, sino también que se prestaba a confusión casi desde cualquier punto de vista desde el cual se analizase.
“Lo que molestó a Juan Diego Castro: Dijo que funcionarias judiciales hicieron sexo oral para ascender en la Corte”, fue el titular de la noticia aludida. ¡Ridícula sin límites y hasta torpe!
FALSO, FALSO, FALSO, ASQUEROSAMENTE FALSO: Juan Diego Castro, y está en la grabación, nunca hizo semejante afirmación. Esta afirmación la hace la periodista María Sofía Chinchilla Cerdas respaldada por los psicópatas de La Nación, que así continuaba con una campaña goebeliana en mi contra, iniciada desde el 8 de marzo de 1994, con las primeras salvas lanzadas por Julio Rodríguez y el financista de moda, Eduardo René Ulibarri, desde que era ministro de Seguridad y posteriormente de Justicia.
En un principio expresé que compañeras de facultad le habían confesado que se habían visto acosadas por un presidente de la Corte para poder ascender, pero nunca hizo una declaración general que involucrara a todas las funcionarias judiciales como quieren hacer ver La Nación y María Sofía Chinchilla Cerdas. ¡Inédita perversidad juvenil para ganar medallas con los capitanes del pelotón!
Hay que puntualizar que de una noticia lo más impactante son el título y la entrada (primer párrafo) y si la distorsión empieza por ahí, todo lo que venga a continuación estará marcado por esa falsedad de inicio. En esa polvorienta práctica la psicopatía llorentina es insuperable. Basta ver como en los últimos años han ayudado a sus socios del PACgobierno.
Y es justamente lo que hacen Chinchilla Cerdas y La Nación: manipular una declaración para llevarla al enfoque que dañino y turbio, que confunda al lector y que a partir de ella se genere un triquitraque de noticias falsas, las famosas “fake news” que ese mismo medio dice combatir con su sección “No coma cuento”… Ja, ja, ja…
Y la pregunta que surge es: ¿se auto desmentirá La Nación por todas y las numerosas noticias falsas que continuamente publica? Son expertos en fabricar noticias falsas, pero crearon una sección para hacer creer al público que el medio está fuera de cualquier duda en cuanto a la veracidad de sus informaciones. Sólo una vez se desmintieron. Al fino embajador de Laura Chichilla, el experto en bolsa, Eduardo Ulibarri, después de una barbaridad cometida por él y la máster Segnini, en plena semana santa de 1995, cuando babeantes de odio y perfidia, publicaron la lista completa de los carros usados por los agentes encubiertos antidrogas, cuando yo ocupaba el cardo de ministro de Seguridad Pública. Canallas. Canallas. Canallas.
Hipocresía mediática o destilada mala fe. Pues ambas y más. Las que han practicado ya por 70 años, con las consecuencias que ello conlleva para la democracia costarricense, que le vale un caracol de Varadero.
Al haber causado un revuelo enorme la declaración y haberse querido distorsionar, Juan Diego Castro precisó, aunque desde un principio no había duda de lo expresado, que lo dicho por él se refería a una compañera de facultad en específico, lo que de paso no eximía al Poder Judicial el que algunas funcionarias fueran acosadas por jerarcas de esa institución.
Dicha precisión, no obstante, es motivo de un reproche, implícito en el texto, por parte de la periodista María Sofía Chinchilla Cerdas.
“En el segundo video hizo referencia solo a “una amiga” que le habría confiado la información”, asegura en su nota María Sofía Chinchilla Cerdas.
Cuando se analiza con detenimiento un texto surgen elementos extraordinarios que permiten esclarecer las situaciones: nótese que emplea el adverbio “solo” justo antes de citar la declaración que se refiere a una amiga del candidato presidencial. Acto seguido dentro de la cita, entre comilla lo relacionado con “una amiga”, es decir, la periodista reprocha y duda de que Juan Diego Castro se haya referido solo a una mujer y no a todas las mujeres, porque ello echa abajo la argumentación que está empleando en la nota en específico y en las informaciones que La Nación está difundiendo sobre el tema.
La maña de mentir también tiene sus bemoles
Para intentar darle veracidad a la información, la periodista Chinchilla Cerdas se vale de un viejo truco, que consiste en presentarle al lector las preguntas que la fuente “no quiso responderle”.
De esta manera, en la información anotó: “Estas son las consultas que este medio le quiso hacer al candidato sin que obtuviera respuesta: ¿Cuántas personas le comentaron que esas situaciones ocurrían? ¿A cuál presidente de la Corte hizo referencia? ¿Por qué no denunció la situación? ¿Instó a las mujeres que le confiaron la información para que presentaran una denuncia formal?
Como se puede confirmar, en vez de hacer su trabajo e investigar con seriedad y compromiso, utiliza un recurso vagabundo para deslegitimar a la fuente.
Se debe precisar que la información analizada y escrita por la periodista María Sofía Chinchilla es confeccionada con base en consultas a fuentes que ataquen el hecho denunciado, y a esta altura totalmente distorsionado, para crear así un efecto dominó en contra del candidato presidencial. Así lo hacía Julio Rodríguez, como una vez que me obsequió una escalerilla negra en “cartas a la columna”.
“En los días siguientes, magistradas, juezas y profesionales del Poder Judicial reaccionaron con repudio ante la declaración del aspirante del PIN. Han emitido comunicados la Asociación Nacional de Profesionales del Poder Judicial (Anprojud), la Asociación Costarricense de la Judicatura (Acojud), la Asociación Costarricense de Juezas y la Presidencia de la corte, además de juezas y funcionarias judiciales de forma independiente.
Incluso, la Corte Suprema de Justicia rechazó la afirmación”.
En cualquier contexto, pero sobre todo en una campaña electoral como la que se libraba a la altura de mediados de enero, a muy pocos días de las elecciones, La Nación y Chinchilla Cerdas, en vez de informar con responsabilidad y apegados al código deontológico del periodismo, manipulaban la severa denuncia del candidato presidencial y la convertían en un boomerang en su contra. Nada nuevo cuando se trata de La Nación, pero hay que denunciarlo, porque pocos se atreven a ello en Costa Rica, y esa práctica de mentir es una marca que distingue al periódico llorentino.
Después cayó la magistrada Doris Arias, Nuria Marín no fue primera dama, Cristina Rojas, no volvió a ser embajadora, y la eterna Orocú sigue en su poltrona politiquera.
Armandos… ¡Con permiso, voy a peinarme el bigote!