Marranadas matizadas o matices de una marranada
Radio Monumental, que pertenece a Central de Radios, aglutinada a su vez alrededor del grupo mexicano Repretel, es una radio que ha ido perdiendo categoría con el paso de los años, pese al bullicio del 90 aniversario, cuestionado a su vez por quienes están seguros de que ese festejo no guarda relación con la realidad.
Randall Mauricio Rivera Vargas fue uno de los impulsores de dicho aniversario, al que convocaron a toda la camarilla del Partido Acción Ciudadana (PAC), corrupto de corruptos y en el poder, y a todos aquellos a quienes les encantan las luces y encandilarse con unos segundos radiofónicos y televisivos, al tiempo que desconocen las raíces de la historia patria y la historia particular de la radio en el país.
Por eso, el festejo armado por el periodista Rivera Vargas y su tribu evidenció el poco respeto por la historia y, de paso, por el periodismo.
Esa misma fórmula fue la que Randall Mauricio desarrolló durante la campaña electoral de 2018, en la que Monumental lejos de ser un medio imparcial y dado a exponer posiciones y propuestas de los candidatos, hizo lo que la mayoría de los medios del ámbito comercial: manipular y engañar a los electores.
Como se confunde tan fácilmente el periodismo serio, responsable y ético, con ese pesado periodismo superficial, sensacionalista y dado a asumir posiciones basadas en prejuicios y mitos, Monumental, de la mano de Randall Mauricio Rivera Vargas, simplemente se unió a esa masa de medios que optaron por torcerle el brazo a los hechos.
De ahí que cuando en junio de 2017 decliné una entrevista con Rivera Vargas, dado que existía una animadversión del periodista y su equipo contra mí, el comunicador lanzó las campanas al vuelo y apeló a la democracia para denunciar la conducta del futuro aspirante presidencial.
“Para quienes esperaban el Matices de hoy con Juan Diego Castro. Él canceló la entrevista esta mañana”, escribió el 7 de junio de 2017 en su cuenta particular de Twitter.
Yo, en una acción responsable y de dignidad, opté por no ir a hablar a una radio donde reiteradamente había sido atacado y en la que se repetirían luego los estereotipos con que un sector interesado en afectarme tachó mi posición política. Curiosamente, al igual que Repretel 6 y 11, habituales de las trampas y trucos escandalosos, ordenados y aplaudidos por Fernando Contreras, el mandador de ese rancho mediático, que ahora premio a Randall Mauricio con un “ascenso” a la dirección del noticiero.
Ese sector mediático, como parte potente de la prensa canalla, esparció el cuento mendaz sobre mi catadura populista, que abrazaba los ideales comunistas, al tiempo que Costa Rica corría el riesgo de elegir a alguien que una vez en el poder devendría en dictador.
Lo anterior dejaba claro que Rivera Vargas lucía las mismas bandoleras cargadas de tiros como: no investigar, no profundizar en mi carrera profesional y política y, por lo tanto, optó por juzgarme a priori.
Por tal razón, me defendí frontalmente tanto del discurso de Radio Monumental como el de La Nación, Crhoy, Semenario Universidad, Elmundocr, etc., etc., etc., porque fueron cadalsos mediáticos al servicio de la casta codiciosa y de los partidos políticos corruptos.
A pesar de que en el programa Matices Randall Mauricio hace alarde de ser un espacio para el análisis, la reflexión y equitativo con los diferentes actores sociales, quien haya estudiado elementos básicos de cómo operan los medios en Costa Rica se dará cuenta de que ello solo se queda en el ámbito discursivo, y que la realidad discurre por otros derroteros.
De forma tal, que Rivera Vargas lo que hizo durante su larga estancia en Radio Monumental, fue convertirse en un periodista que se asemeja a lo que hace el resto de la prensa canalla: cuando no le gusta un personaje público lo arrinconan hasta que, rodeado por un bloque mediático, aquel termina por replegarse y darles la razón en todo, aunque en muchos de los casos no la tengan. Como yo he procedido de forma contraria, varios medios, incluido Monumental, me han declarado una guerra de guerrillas mediática, en la que las imprecisiones, las difamaciones, las calumnias y los falsos hechos están a la orden día, porque lo que interesa es silenciar a quien piense diferente.
Yo solo me arrodilló ante El Altísimo
Yo no pago coimas ni pautas odiosas y Randall Mauricio lo sabe muy bien y le consta.
En este sentido, Rivera Vargas durante la campaña electoral de 2018 le siguió el juego al pie de la letra al diario La Nación, medio que me luce en su paredón mediático desde hace tres décadas.
Con motivo de mis críticas fundadas al presentar la segunda edición de “Los embusteros de la mala fe”, el 16 de enero de 2018, donde di cuenta de cómo La Nación fue condenada en 1998 por proferir difamaciones en mi contra, Randall Mauricio Rivera Vargas, chilló en defensa del diario llorentino.
“Todos los candidatos a ocupar puestos públicos, y sobre todo la presidencia de la República, deberían ser consecuentes con el respeto a la libertad de prensa, a la libertad de expresión y el derecho a la comunicación del que gozamos todos los costarricenses, no solo porque está incluido en nuestro ordenamiento jurídico, sino también porque es parte de la Convención Americana sobre Derechos Humanos”, dijo Randall Mauricio en su desabrida nota intitulada “Juan Diego Castro lanza violento ataque a La Nación”.
Como se puede apreciar, Rivera Vargas apela a la “libertad de prensa” y a la “libertad de expresión”, conceptos que en la Costa Rica dominada por la prensa canalla, no solo se trastocan y confunden, sino que con base en ellos se han realizados manipulaciones reiteradas y vergonzosas.
Con ese discurso, que a su vez invoca a la Convención Americana de Derechos Humanos, lo que hizo Rivera Vargas pedir trabajo en La Nación, al tiempo que desviaba la atención del tema central: si lo dicho por mí en el libro y en mis distintas intervenciones tenía asideros en la realidad o son denuncias sin bases. ¿Lo leería?
Esto porque, hasta ahora, la prensa canalla que me han adversado durante años, no ha podido desmentir mis afirmaciones y entonces recurren a una falsa moneda de cambio para atacarme alevosamente.
En esa misma línea, Randall Mauricio, adujo en la citada nota de La Nación: “Lo mínimo que uno esperaría de un candidato presidencial en general es el respeto a las más profundas bases democráticas de nuestro país. Yo creo que, si una persona, quien quiera que sea, candidato o no, se siente lesionada en su integridad por manifestaciones o por posiciones editoriales, por publicaciones de un medio de comunicación, en Costa Rica contamos con la manera civilizada de arreglar estos diferendos y es justamente en los tribunales de justicia”.
Es, justamente, lo que he hecho ya en diferentes oportunidades, al observar y comprobar cómo los medios de comunicación de masas carecen de una ética elemental, he tenido que recurrir a los Tribunales de Justicia para defenderme de las calumnias y las difamaciones.
La Nación con Eduardo René Ulibarri Bilbao, Ronald Moya Chacón y José David Guevara ha sido testigo de tal situación, por lo que las afirmaciones de Randall Mauricio Rivera Vargas se convirtieron en un elogio gratuito contra lo que consideraba ese periódico era un nuevo ataque a mi persona.
Con base en todo lo anterior, se puede sostener que lo que le hace falta al programa Matices y al noticiero que dirige Randall en Monumental son precisamente muchos matices éticos y un periodismo que apele a la calidad, a la excelencia y que esté dispuesto a servirle a sus radioescuchas.
Dicha situación es hoy solo una utopía, porque Randall Mauricio Rivera Vargas se comporta como lo que es: un periodista que orbita alrededor de las pautas políticas e ideológicas que dicta el medio político y que, por mera casualidad, coincide casi al ciento por ciento con la visión que respalda y propicia el Grupo Nación, aunque en su discurso el periodista de Monumental hizo gala de su libertad e independencia. Lo veremos ahora en las cámaras de Repretel.