Presentación

El cancerbero de cincuenta cabezas

La portada de este libro está protegida por un cancerbero de tres cabezas, pero el monstruo que enfrenté en la campaña electoral del 2018 era, al decir de Hesíodo, el cancerbero de cincuenta cabezas. Aunque si usted cuenta bien… fue de ciento seis hocicos, con colmillos negros y venenosos… En su cola, en vez de una víbora, tenía algo más mortífero, un micrófono canalla y, en su garra, un periódico infernal: La Nación.

Recordemos que, en la mitología griega, el cancerbero era el perro de Hades, dios del inframundo; un monstruo de tres cabezas en la tradición común o de cincuenta cabezas según Hesíodo, con una serpiente en lugar de cola, que aseguraba que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar.

En la Divina comedia de Dante Alighieri, en el Canto VI del infierno, en el tercer círculo, los condenados por el pecado de la gula recibirán el castigo de la lluvia eterna, maldita, perenne y con gruesos granizos de agua negra y nieve, ensordecidos por los espantosos ladridos de los tres hocicos del cancerbero, que, además, los desgarra con uñas y dientes.

La prensa canalla, el cancerbero de la casta codiciosa, protege con sus colmillos mediáticos y sus garras del engaño la puerta del averno de dos siglos de condena a la ignorancia y a la injusticia, de donde la sociedad civil no puede escapar, hasta que nuestro Heracles de la conciencia y la valentía nos rescate.

Dedicatoria

A Rogelio Fernández Güell: Patriota y héroe costarricense Escritor, poeta, periodista y masón

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La coprofagia de la prensa canalla

Nadie en el mundo, más que el papa Francisco, ha tenido la fuerza espiritual y la valentía de sostener que “la desinformación” es, probablemente, el principal pecado en el que incurre un medio, porque dirige la opinión pública hacia una sola dirección y omite parte de la verdad.  

En diciembre del 2016, el papa Francisco comparó a los medios de comunicación que difunden rumores sin fundamento y escándalos con las personas que tienen una fijación sexual con el excremento. Ha señalado que consumir noticias falsas es como comer heces y ha lamentado el auge de la desinformación. 

Esta no fue la primera vez que el Papa se refirió, en estos términos, al impacto de las noticias falsas. “Los periodistas se arriesgan a contraer la enfermedad de la coprofilia y así fomentar la coprofagia (el consumo de heces), que es un pecado que tienta a mujeres y a hombres”, dijo al periódico La Stampa un año antes de haber sido elegido como el líder de la Iglesia Católica.

El 31 de mayo de 1991, conocí el rostro perverso de la prensa canalla, de los embusteros, los torturadores mediáticos, los fusileros llorentinos. Ahí empezaban tres décadas de la más vil persecución periodística en mi contra. La cara grasienta y burlona de Ronald Moya, el empleado de Manuel Francisco Jiménez Echeverría, encargado de continuar la venga de su bisabuela contra los Figueres.  Decenios después logré descifrar el odio genético y centenario de los Licos Jiménez a don Pepe y al otrora Partido Liberación Nacional. En mi libro “Los embusteros de la mala fe”, narro detalladamente mis combates contra los psicópatas y coprófagos de la hacienda desinformativa de la casta codiciosa de 1991 al 2018. 

Ese tirrioso redactor llevó sus ataques mentales al tope, insultándome muchas veces, hasta que decidí acusarlo penalmente, en octubre de 1997, junto con Ulibarri y Guevara, a quienes condenaron a pagar la multa, además de a La Nación mandada por Jiménez Echeverría, quien nunca dio la cara, pues mandaba a su tutor Fernán Vargas -dos veces allanado su bufete- a las salas de la corte. Fueron condenados por canallas y la sentencia les exigió publicar el fallo condenatorio en las diez primeras páginas de ese pasquín, dos años después. La coprofagia y la psicopatía explotaron.  

¿Brigada de fusileros o coprófagos mediáticos?

En 2017, cuando decidí participar en las elecciones presidenciales, Manuel Lico IV llegó a niveles insospechados de sus padecimientos congénitos y ordenó mi fusilamiento mediático con un pelotón de trece desinformadores tirriosos y charlatanes, capitaneados por los dos Armandos.  Sus nexos familiares con Nuria Marín y Toño Álvarez fueron un factor más para dar el pitazo de “afusílenlo”… En las siguientes páginas, analizo cada una de las canalladas de estos sujetos.

La Nación dedicó trece periodistas a la guerra más sucia que hemos visto en las elecciones costarricenses, pero el plan goebbeliano rebasó los paredones llorentinos: sus contactos subterráneos con el resto de la prensa canalla, los partidos corruptos y toda la casta codiciosa, juntaron sus fuerzas tenebrosas. 

Destacaron, en esta orgía de coprofagia mediática, el dueño de CRHOY y socio del Banco BCT Leonel Baruch Goldberg, los apoderados de los canales de televisión Fernando Contreras López y René Picado Cozza, las chanchadas de Oscar “Dedos” Arias Sánchez, Antonio Álvarez y Nuria Marín y, muy subterráneamente, el bloque PAC – Frente Amplio.

Contreras de Repretel CDR dirigió un pelotón de siete fusileros. El rector de la Universidad de Costa Rica, Hening, por sus alianzas con el PAC y el FA, con salarios y recursos pagados con fondos públicos, destinó seis gatilleros mediáticos. El banquero Baruch, en su sala de torturas propagandística, destinó tres viperinas lenguas para envenenar mi prestigio y proteger suciamente la inversión de diez mil millones de colones del Banco BCT en bonos de la deuda política de los partidos PLN, PUSC, PAC y FA, y asegurarse los mil ochocientos millones de colones de intereses que él y sus inversionistas ocultos se ganaron en menos de un año. 

El Mundo CR, al mando solapado de Nuria y Toño, destinó cuatro fusileros capaces de las peores atrocidades de la coprofagia digital. Radio Columbia, de Rolando Alfaro, tuvo al servicio de la casta codiciosa y de los partidos corruptos a cuatro de sus destazadores de prestigios. René Picado de Telenoticias encomendó a Ignacio Santos para complacer a su mala compañía Armando González y, por supuesto, a su compinche Manuel Lico Jiménez.  

Otros “comunicadores” gozaron de las pelotitas canallas que lanzaron sobre mi reputación, desde sus minúsculos programitas al servicio de los partidos corruptos, enquistados en el viceministerio de Justicia  y en el Muelle de Moín.

Al menos cuarenta y siete periodistas conformaron la brigada de fusileros mediáticos o coprófagos de la prensa canalla, que cumplieron a raja tabla las órdenes de la casta codiciosa y de sus serviles los partidos corruptos.

Libro vivo y abierto a la verdad

En las páginas de este libro vivo, usted podrá informarse y conocer las canalladas a las que fui sometido por esta caterva de comunicadores de la mala fe y las mentiras. ¿Fusileros o coprófagos de noticias falsas? Por favor, si desea compartir datos -ciertos y con pruebas- sobre estos personajes o enviarnos su comentario, escríbanos a la dirección electrónica de este sitio.